domingo, 25 de enero de 2009

PREFIERO DEJAR DE AMAR QUE DE FUMAR


He ido dejando atrás rostros, imágenes, recuerdos y sentimientos. No me ha sido fácil, y me da terror lo que hay delante de mi metro cuadrado; mas si hay puentes que cruzar para que no me atrape la ola, pues tendré que ir y pie tras pie (que es muy similar a "traspié"), ir dejando al mundo atrás y vomitar cada centímetro cúbico de aire invasor que quiera contaminar mis derruidos pulmones nicotínicos con su fastuoso e intolerable amor fraterno o cualquiera de sus primos, tíos y concubinas.

Dije tiempo atrás, que la ausencia y la presencia de las palabras podían ser un ente destructor. Para ese momento en especial, que recuerdo tan vívidamente, una gran verdad nacía dentro de mí. Ésta, subviviendo antes de su existencia misma y escondida no sé dónde (...chucha, en buen chileno) , se metió dentro de mi cabeza y se fundió en mis venas, contaminándome, derritiéndome y matándome. Hoy ya sé lo que no sabía, o quería -creía- no saber. Hoy ya sé lo que no sentía y sin embargo, subsistía dentro de mí ante mi total desconocimiento . Hoy ya sé lo que es amar y sufrir. Hoy sé, también, lo que es no amar y convertirse en un quirquincho de corazón anquilosado y ambiguo. Hoy ya sé y no sé si quería saber todo lo que sé ahora.
Sí, lo sé, me tocará sufrir cuando vea su rostro descompuesto ante la evidencia de que sabíamos que algún día llegaríamos a saber, pero que nadie y ninguna quería que se supiese.