miércoles, 6 de enero de 2010

Canta conmigo


Me encantan los gatos. Aunque me robe fotos... si pudiera tendría un ejército de gatos, prestos a ayudarme con sus maullidos y sus garras.

Me aceptan tal como soy, me adoran en mi plenitud y en mi decadencia. No me abandonan ni me hacen sentir mal. Estuvieron conmigo cuando estuve afiebrada, media floja, media indecisa. Estuvieron ahí para rasguñar mis cosas y despertarme en medio de la noche encendiendo la impresora. Se quedaron a dormir conmigo y se acurrucaron en mis rodillas. Se durmieron, murieron y renacieron.

Cada uno tiene su propia personalidad, su propio espacio. Si dios existe, se acordó de mí cada vez que lloré mandándome un ronroneo y una lengüeteada en el ojo. Estos rostros, estos pelos se sostuvieron junto a una guitarra que abandono a menudo.

Hoy puedo decir que soy libre de mis secretos, de mi mentira, de mi omisión. Aquello que oculté y afloró. Libre de mí: El crío ha nacido por partenogénesis. Es medio monstruoso; mas, estos seres que me acompañan desde pequeña lo han aceptado como a un hermano.

A renglón seguido, uno parte caminando con mucha gente, en el andar varios se van por otras vías, otros se detienen y cada vez estamos más solos. Algunos tienen la dicha de encontrar quien vaya marcando huellas junto a las propias. Los envidio y les deseo lo mejor que la vida, el tiempo o quien sea pueda otorgarles. Tampoco puedo ser tan malagradecida de no reconocer la compañía de estos ángeles en todo momento.